La guía básica que debes leer sobre el mundo vampírico en la literatura

Chupasangres, vrykolakas o condenados. Tienen muchos nombres y detrás de ellos demasiadas leyendas que tratan de explicar su origen y naturaleza. 

El tema de los vampiros es demasiado extenso y para ser un experto necesitas más que un post como este; sin embargo, si aún no conoces mucho sobre el mundo vampírico te enseñaré algunos datos básicos que debes saber para entender la esencia de estos personajes, que son más que mordidas y sed insaciable de sangre…

Primero, la historia de la invención del vampiro puede delimitarse cronológicamente en cuatro etapas:

  1. Periodo de gestación. Abarca la Antigüedad y el Medioevo. Comprende mitos y leyendas de la tradición oral sobre revivientes que pueden reconocerse por características precisas (tono de piel, colmillos, reflejo, sombra, seducción) y para quienes rara vez se utiliza el término “vampiro”. Son historias de demonios que se alimentan de la vida, incluidos en mitos grecolatinos, judeocristianos y egipcios, y en relatos del folclore popular eslavo. Siglos más tarde, ciertos personajes históricos serán asociados a esta figura y generarán una lectura política de este monstruo: nos referimos, principalmente, a Vlad Tepes y Elizabeth Bathory, quienes marcaron un hito sangriento en la historia occidental a causa de sus métodos de tortura. vlad
  2. Periodo romántico. La figura se asienta en la literatura del Romanticismo y Romanticismo Gótico inglés. En este periodo, el vampiro se manifiesta como antítesis de los héroes. Las primeras huellas literarias del vampiro se encuentran en tres obras románticas: La novia de Corintio (1797), de Johann Goethe; El vampiro (1819), de John Polidori; y Carmilla (1872), de Joseph Sheridan Le Fanu. Sin embargo, en el marco del gótico, existe una obra cuya trascendencia ha marcado las sucesivas representaciones de este monstruo: Drácula (1897), de Bram Stoker se inscribe como un “texto modelo” para las numerosas producciones a lo largo del último siglo (fundamentalmente, en el cine y la literatura).

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    Representación de «El vampiro», de Jhon Polidori.

  3. Periodo Neogótico. Relacionado a la llamada Revolución Sexual, el vampiro vuelve a surgir con fuerza entre 1960-1980 (cuando surge el movimiento estético denominado Neogótico). Se desarrollan numerosas producciones en cine de terror y erótico (en su mayoría, Clase B) que toman a estos seres protagonistas de escenas en las cuales la sangre y el sexo casi explícito son los condimentos esenciales. En este periodo, se asocia la figura a formas de perversión, desviación y depravación sexual, a la par del reconocimiento de otros géneros sexuales en la sociedad. Gracias a autores como Anne Rice, cuyos vampiros se involucran sentimentalmente y ponen de manifiesto la nostalgia y la culpabilidad a través de narraciones en primera persona, se profundiza el existencialismo y la condición humana.

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    Mordida de Louis a Lestat, interpretados por Tom Cruise y Brad Pitt respectivamente en la película Entrevista con el vampiro.

  4. Periodo contemporáneo. A partir de los 90, la reproducción textual del vampiro se vuelve masiva. Se vislumbra la incorporación del discurso amoroso, la alteridad y la combinación con la ciencia ficción. Se propone a estos seres como personajes recurrentes y que ya no responden a la circunscripción clásica del género sino más bien a la creación de modelos regidos por leyes de mercado. Así, un personaje como Van Helsing será capaz de producir toda una casta de cazadores de vampiros en filmes que van desde adolescentes con superpoderes como en Buffy, the vampire slayer (1992) hasta vampiros que cazan a los de su propia especie como el caso de Blade (1998) o personajes históricos que defienden al mundo de la invasión vampírica como en Abraham Lincoln: vampire hunter (2012). De la misma forma, Drácula, comienza a compartir su centralidad con otros personajes. Por ejemplo, los vampiros más humanizados que provienen de las sagas literarias de autoras como Anne Rice, L.J. Smith o Stephenie Meyer, surgen como los nuevos modelos del monstruo: un vampiro que busca convivir con los humanos, integrarse en la sociedad y se convierte en objeto de amor. 

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    The Vampire Diaries basada en la saga Crónicas vampíricas de L.J Smith.

Segundo, sobre las clases de vampiros. En la literatura ya hemos visto que según la historia, cultura y sociedad, la figura del vampiro cambia e incluso tienen diferentes denominaciones (vampir, upir, ghulas, etc). Sin embargo, podemos clasificar a estos seres en dos tipos según su alimentación: los chupasangre y los vampiros energéticos. 

  • Los chupasangre. Son los vampiros clásicos, aquellos que buscan beber la sangre de otros para subsistir en el mundo de los vivos. La mayoría de veces se representa a los vampiros con necesidad de beber sangre humana, pero también se les describe bebiendo sangre de animales. De esta manera, curan sus heridas, se recargan de energía y sobreviven. 
  • Vampiros energéticos o psíquicos. Son aquellos vampiros que se alimentan de energía. Generalmente han sido representados como fuerzas invisibles que asechan a sus presas, succionan de alguna forma la energía y  la víctima siente su presencia, pero no la visualiza. Estos tipos de vampiros están presentes en ¿Qué fue eso? de Fitz James O’Brien, El Horla de Maupassant y La transferencia de Algernon Blackwood.

Ilustración de Mario Rosales

Tercero, el binomio sangre y sexualidad. El sexo forma parte de ese impulso vital que conforma también el despertar de la vida, y que incluye los referentes a la muerte. Incluso Freud lo representó con el eros y thanatos en permanente conflicto; pero todo determinado por la fortaleza que siempre tuvo el vampiro, auspiciado por la inmortalidad y por la eterna juventud: su sed por la sangre. Recordemos que la sangre es sinónimo de vida, de vitalidad. Ejemplo de ello en la literatura: La muerta enamorada de Théophile Gautier con Clarimonda seduciendo al sacerdote Romualdo o como la escena de amor entre el conde Drácula y Mina o Jonathan Harker y las tres vampiresas en Drácula de Bram Stoker. Hoy en día, en el tema del vampirismo está muy arraigado el amor, la pasión y el desenfreno, tres de los sentimientos más protuberantes en estos personajes.

Imagen relacionada

Winona Ryder y Gary Oldman, en una escena de Drácula de Bram Stoker.

Por último, llegamos a la conclusión que según la evolución de este personaje en la literatura, el vampiro es sólo la contrapartida siniestra del sujeto moderno, de la época en la que el hombre está presente. El lector, el otro vampiro del texto, se nutre entonces de nuevas y antiguas tradiciones que le permiten reformular y dar vida a incontables versiones de la realidad que, a su vez, llegadas a la imprenta, se transformarán en nuevas ruinas y símbolos del cambio en las percepciones de género, raza, religión, etc.

Así, podemos ver cómo el mito del vampiro está cada día más vivo, resurgiendo una y otra vez. Sin embargo, cada vez que parezca que el género muera, estén seguros que éste nos sorprenderá regresando a la vida como un no muerto más.


Ilustración de  Bao Pham.

Fuentes:

-Gómez, Ariel (2015). Más allá de la heroicidad y la monstruosidad. Nuevas metáforas del vampiro en series televisivas contemporáneas.

-Bonachera, Ana Isabel (2012). La caracterización del personaje vampírico desde Bram Stoker hasta la actualidad. 

-Gordillo, Adriana. Transformaciones del vampiro en la literatura hispanoamericana: aproximaciones al “género” en Darío, Agustini y Cortázar.

-Morales, Francisco. El recurso al vampirismo en la narrativa actual. De Polidori a Stephenie Meyer. Claves y fundamentos.

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